¿Es posible que exista alguien que no se haya enojado? Es muy probable que no, porque el enojo es una emoción natural. Pero debemos considerar que podemos darle lugar al diablo cuando el enojo se queda en nuestro corazón.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Efesios 4:26 (RVR 1960)
En sí, el enojarse no es pecado, pero si ese enojo se mantiene en nuestro corazón y mente sí llega a ser pecado porque damos lugar al diablo para que logre su propósito de destruir nuestra familia y entorno.
Deja ir y no del lugar al diablo
¿Notaste que cuando el furor del enojo se enciende hasta de color cambiamos? Pero esa llama que se enciende también debe ser apagada. Podemos hacer algo práctico como respirar profundamente, abandonar el motivo que nos enfureció, orar a Dios para que nos ayude a calmarnos.
Otra clave que nos indica la Palabra de Dios, es ponerle un límite firme: no se ponga el sol sobre vuestro enojo. ¿Lo aplicarías de aquí en adelante?
El diablo quiere acusarnos, dividir nuestra familia, provocar discordias e incluso matar, y cuando albergamos el enojo estamos haciendo el trabajo del enemigo.
Dios nos ayuda en todas nuestras luchas y esta no es la excepción, así que pidámosle de su paz y sabiduría.
Oración del día
Señor, te pido que me ayudes a no dar lugar al diablo cuando me enoje. Ayúdame a librarme y a estar en paz pronto. Que no albergue resentimiento ni odio en mi corazón y que más bien pueda dar lugar al perdón, a la paz.
Ayúdame Dios bueno a controlar el enojo, en el nombre de Jesús, amén.
Aplicación
Cuando te enojas, ¿tardas en calmarte o permites que ese enojo crezca? ¿cómo lograrías apagar su llama?