Categories: Archivo

Ausencia

Cruzo en un bus la ciudad hacia el centro. Es la parte que no figura en las páginas del servicio de turismo ni en los folletos de las agencias de viajes. Es el lado oscuro, el de la violencia, el abuso, el tráfico disimulado de drogas, el robo, el de las calles por las que no se puede caminar de noche, los barrios donde ni la policía quiere entrar. Las poblaciones donde se amontonan las familias, los pasajes estrechos, los mil artilugios para sortear la pobreza.
Leo que el proyecto político no alcanza. Las promesas de la campaña que no pudieron cumplir. La gran fachada del servicio público se derrumba con la denuncia de los dineros que cobraron los señores de todo el espectro político. Los arreglos corporativos de la gran empresa para multiplicar sus beneficios a costa de los usuarios. El fin de las confianzas, la caída de los ídolos, la triste verdad de las familias, los mil peligros del dinero, las fronteras perforadas, la injusticia de los magistrados, los bonos ocultos de la colaboración clandestina.
En irónico contraste escucho a gente que conozco toda la vida hablar acerca del poder y la potencia del mensaje. La vida gloriosa de quienes creen. La extraordinaria administración de las capacidades y talentos provistos a los seguidores. Los fabulosos planes de crecimiento de la obra: edificios, medios de comunicación, obras sociales. La inmensa felicidad de las asambleas. La irreductible separación de todo lo que represente el mundo circundante. La promesa del plus ultra merecido e inextinguible. Pero de algún modo eso tampoco alcanza.
Leí la historia de un grupo de cristianos que fue parte del parlamento de un país europeo y cómo a través de un trabajo concertado y persistente contribuyeron a la abolición de la esclavitud y al mejoramiento de las condiciones de vida de los más vulnerables de la sociedad. Entonces me pregunto cuándo y por qué se dejó de entender la fortaleza del cristianismo no sólo para transformar vidas individuales sino también para reducir, algo al menos, el dolor que atraviesa el tejido social.
Se puede sindicar a muchos sectores de la sociedad como los responsables de la condición en que mucha gente vive en nuestros países. Pero a los creyentes en particular se les debe atribuir una deuda enorme, no tanto por la presencia del mal sino por la ausencia del bien que debería salir de ellos hacia el mundo.
(Este artículo fue especialmente escrito para CVCLAVOZ)

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

Recent Posts

6 pasos para el autoperdón

La licenciada Débora Pedace nos habla de 6 pasos para el autoperdón, la importancia de…

7 meses ago

4 prácticas que te ayudarán a construir tu carácter

Mientras vivimos en una sociedad que valora las apariencias, Dios nos llama a enfocarnos en…

7 meses ago

5 consejos para manejar tu vida como mujer

Como mujer se te puede hacer difícil manejar tu vida y hoy te traemos cinco…

7 meses ago

¿Qué significa esperar en Dios?

¿Qué significa esperar en Dios? Confiar en Él, en Sus promesas y Su tiempo perfecto.…

8 meses ago

5 consejos para tener el carácter de Jesús

Como cristianos, uno de nuestros mayores llamados es ser transformados a la imagen de Cristo.…

8 meses ago

Agradando al buen pastor

El Buen Pastor, Jesús, no te dejará y por más lejos que te encuentres, te…

8 meses ago