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Cuán leve es el susurro que hemos oído de él

“¡Cuán leve es el susurro que hemos oído de él!”, afirma el patriarca Job en su prolongado discurso final, antes del libelo acusatorio de Eliú y el cierre magistral de Dios al final de libro. Vamos el texto según la Biblia:

He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos. ¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él! Pero el trueno de su poder, ¿quién los puede comprender?

Job 26:14 RVR1960

Nunca termina de sorprenderme la liviandad con la que mucha gente cristiana se atribuye conocimiento de Dios. Hablan como supieran exacta y completamente cómo piensa y siente. Miden su vida y la de los demás según las conclusiones personales que han sacado de sus lecturas y estudios. Se refieren con una soltura increíble a las verdades “absolutas”.

Me parece que desconocen el hecho que lo absoluto es definitivo. Es lo que abarca todo el conocimiento y las posibilidades infinitas del conocimiento. ¿En serio creen ellos que abarcan lo absoluto? Tengo la modesta impresión que el único que puede decir eso es, precisamente, Dios. Respecto de lo que conocemos de Dios deberíamos, humildemente, decir: ¡Cuán leve es el susurro que hemos oído de él!

La soberbia de los amigos de Job

Sí, exactamente: la soberbia. Aquellos cuatro “amigos” se despacharon sendos discursos acerca de las razones del sufrimiento de Job. Supusieron, con palpable orgullo, que representaban el conocimiento absoluto de Dios.

Es notable que cuando Dios expone su caso al final del libro, ni se toma la molestia de responder argumentos. Yo creo que lo hizo por delicadeza, por no profundizar la humillación de semejantes interlocutores y evidenciar su ignorancia. Lo que creo que hace, en su extensa intervención, es decir: “¡Ustedes crearon el universo? ¿O estaban conmigo cuando lo hice? Entonces, ¡no hablen de lo que no saben!”

La humildad de Job

Observen la respuesta de Job:

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía

Job 42:3b RVR1960

Y:

De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por lo tanto, me aborrezco en polvo y ceniza

Job 42:5-6 RVR1960

No sé si les queda claro…

Me perturba el discurso altisonante. Ese continuo decir: Así dice el Señor, Dios quiere esto, o Dios es aquello otro. ¿Por qué no somos más humildes y abordamos nuestra fe con temor y temblor? ¿Cómo niños, como ha dicho Jesús, siempre preguntando, siempre admitiendo que no sabemos todo?

Haciendo esto, seríamos más benignos con nosotros mismos y, especialmente, con los demás; seríamos más misericordiosos, me parece. Porque sentados en la silla del Juez, veo difícil que nos identifiquemos con la débil condición humana.

Un poco más de coherencia, ¿puede ser? ¡Cuán leve es el susurro que hemos oído de él!


El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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