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El retorno

La tragedia que vive este continente en casi cada frente de la vida social no convoca el interés de nuestra gente. Aparte de alguna mención en un medio de comunicación o algún ferviente “Oremos por…” que al día siguiente ya nadie recuerda, se advierte una distancia enorme entre discurso y realidad.
La auténtica voz profética está ausente. Se extraña ardientemente una lectura de los profetas Isaías, Jeremías, Daniel, Ezequiel, Malaquías, Zacarías, Nahum, Sofonías, Hageo, Habacuc. A quienes ignoran el Antiguo Testamento porque lo consideran “pura historia” y que creen que lo único importante es leer el Nuevo porque trata de Jesús y lo que sigue hay que recordarles que son personas que hablan desde la Biblia y en nombre de Dios a nosotros, no a los gentiles.
Es asombroso que los creyentes no sepan que los profetas no hablaron a los pueblos paganos. Dirigieron su palabra – siempre – al pueblo de Dios. Eran hijos de su raza, provenientes de distintos niveles de educación y clases sociales, todos ellos con una tarea común: despertar al pueblo de Dios de su inútil activismo religioso, de su imperdonable indiferencia hacia la realidad política, social y económica de la nación y de la progresiva transformación de la fe en una etiqueta externa para bautizar una existencia que no tenía diferencia alguna con la de los gentiles – a los que despreciaban.
Incluso el mensaje del Nuevo Testamento, que a la mayoría le parece lo único importante de leer (y no completo tampoco, sino la consabida batería de versículos de memoria, desconectados de contexto y profundidad integral) nos urge a entender el mundo que vivimos y a participar en él en la forma de sal auténtica y no sólo de distante luz.
Retornar a una visión integral de la Biblia y de la visión cristiana del mundo y de la vida es de una urgencia demandante. Entender las Escrituras como una visión – una filosofía – integral de la realidad debería provocar en nosotros un celo por actuar más allá de las palabras, los discursos y las solemnes convocatorias a la intercesión en tranquilos sitios privados.
Hay que retornar a la visión original del Nuevo y del Antiguo Testamento, que por todas partes nos dicen que la vida de la fe no es una gira de felicidad y entretenidos momentos espirituales sino una misión transformadora que sazone y modifique la realidad política, económica y cultural de nuestras naciones.

(Este artículo ha sido escrito especialmente para la radio cristiana CVCLAVOZ)

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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