Un poco críptico les puede parecer esto de que el tiempo no se detiene y sin embargo se queda. Voy a intentar demostrarles el punto que quiero hacer hoy.
Me encuentro de vuelta en Chile, después de un año de ausencia pandémica. Se me ha señalado por parte de la autoridad competente una cuarentena de diez días en la residencia de mi hija en Quilpué, ciudad cercana a Viña del Mar. Me envían diariamente un mensaje que debo responder para asegurarles que, como buen ciudadano, observo la regla sanitaria.
De un poema muy querido para mí les propongo un fragmento alusivo al tiempo:
Tal vez llegará un día en que un hombre y una mujer, iguales a nosotros, tocarán este amor, y aún tendrá fuerza para quemar las manos que lo toquen. Quiénes fuimos? Qué importa?
Pablo Neruda, La carta en el camino
Mucho tiempo después de su vida, el poeta cree que su amor será recordado con tal fuerza que aún quemará las manos de quienes lo toquen, más allá de lo que fueron él y su amada. Por eso digo que el tiempo no se detiene y sin embargo se queda.
Bueno, ustedes ya me conocen, así que se han habituado a mis títulos y frases extrañas. Le decía a alguien el otro día que había perdido un poco la esperanza de construir recuerdos como aquellos que me remiten a cincuenta o cuarenta años atrás.
Pero decidí que los voy a construir. Así que, ayer a la tarde, al pasar por Lo Orozco, que me trae memorias dulces y otras que taladran el alma, me propuse edificar espacios para que habiten nuevas memorias, ensayos de futuro.
Que los años pasan olvidé, y que el tiempo vuela recordé.
Salvatore Adamo, Nada que hacer (canción)
Vean este portal entre el pasado y el futuro. El tiempo vuela y hay que arrebatarle sus tesoros más preciosos porque todavía es tiempo. El pasado nos deja su aroma a Flaño y a la piel joven de nuestros amores adolescentes.
Así es nuestra mirada. Abarca el tiempo de los comienzos, el territorio de las primeras memorias y se extiende hacia los sueños, hacia lo que aún no aconteció, pero igual lo añoramos. Nos hemos de apresurar porque viene la noche cuando ya no se trabaja.
Lo que hay más allá de la noche queda en los entresijos de la mente y la imposición de la doctrina. Pero ese es ya otro tema. Por ahora nos quedamos con este pensamiento: el tiempo no se detiene y sin embargo se queda.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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