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La balada del loco

¿Será en el rumor de los álamos en una tarde de verano que vendrá la señal del regreso? ¿Se hará visible a la luz de la luna en una estación de ómnibus en medio del desierto a las tres de la mañana? ¿Estará cifrada en el murmullo apagado de las pequeñas olas que mueren en la playa del pueblo lacustre de Coñaripe? Va a verse a lo mejor en la reverberación del sol entremedio de las hojas de los árboles a las cinco de la tarde.
Puede ocurrir también que se meta directamente en los huesos y haga arder la sangre y no haya más remedio que salir a la plaza levantando la voz como esos locos antiguos medio desnudos profetizando hambrunas y cautiverios o viviendo como enajenados en los cerros lanzando desde las soledades anatema contra la ingeniería del poder y sus funcionarios.
En las madrugadas el loco se despierta agitado y la oscuridad no hace más que confirmar el oficio de la angustia. Febriles imprecaciones ejecutan una danza salvaje en su cabeza. Oscuras premoniciones atormentan su juicio enrarecido por la desazón y el miedo. Palabras repetidas como un mantra desesperado intentan conjurar el reclamo de la conciencia.
Elabora complicados mecanismos de fuga y argumentos que neutralicen el señalamiento. Tal vez un sueño sin retorno, una huida sedosa y apacible hacia la nada porque no hay responsabilidades pendientes en Nunca Jamás. Un mecanismo ingenioso que desactive con indolora maestría el sentir, el saber, el pensar.
Cómo era… Ah, sí: Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra. No hay modo de descifrar los arcanos que alivien los tiempos humanos. Ningún sistema posible va a revertir la locura de las generaciones presentes. Ningún anuncio va a estremecer las almas porque hay demasiada grosura, demasiada contingencia, demasiada complacencia. No hay linimento alguno para los desheredados del cielo y de la tierra. Es que se afanan los epónimos con sus discursos triunfantes y sus raptos estelares. Intiman a la inmensa mayoría a que no hagan caso del loco. Hay demasiados indicios que señalan los gloriosos días del triunfo y sólo hay que esperar el bien increíble que será pronto manifestado. Hay que ir dejando todo como está no más.
No tiene caso, piensa el loco. Y va buscando senderos laterales, oasis secretos, recursos paralelos para deshilvanarse y apurar el descanso.

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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