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La indiferencia puede herir más que las palabras

Es un hecho que la indiferencia puede herir más que las palabras, sobre todo a quienes tienen personalidades que necesitan de mucha atención. Hay personalidades que son autosuficientes, pero hay aquellas que necesitan aprobación de parte de su entorno. También hay muchos que, por gustarle la atención y estar acostumbrados a tenerla, han logrado mecanismos para absorberla de parte de todos.

Ese tipo de personas pueden ser más fáciles de herir con indiferencia que con palabras. El ser ignoradas les descompone. Les afecta terriblemente. Llegan a tener innumerables temas de conversación, y se pueden prolongar en una oratoria ¡durante tiempos que baten récords! Todo, para obtener la atención total de las personas o la persona con la que compartan el tiempo. La persona cuya atención quieran absorber.

Personas que, si no tienen la palabra, se duermen

Observando a este tipo de personas podremos ver que si no están llevando la batuta de la conversación o no son el centro de la atención, se aburren y ¡hasta se pueden dormir mientras otros conversan!

Es interesante pensar en todos los tipos de personalidades que hay. Hay personas que son indiferentes a todo, excepto a lo que consideran «su mundo»; ese mundo puede ser su familia o sus amigos. Incluso pueden herir a los demás con su indiferencia, más que con sus palabras y no lo saben.

Pero cuando hablamos de herir con la indiferencia, más que con palabras, no siempre herimos sólo a quienes tienen hambre de atención. Para todo ser humano que tiene sentimientos, la indiferencia de alguien querido les afecta grandemente. Y no siempre somos indiferentes adrede. Hay veces que nos ocupamos tanto, o tenemos tantas cosas en nuestra mente, que olvidamos llamar, o preguntar por alguien que nos dijeron que estaba enfermo. Esa indiferencia no es intencional, pero también hiere.

Usando la indiferencia como arma para herir

Las personas manipuladoras pueden usar la indiferencia como arma. Ser indiferentes para herir, aún cuando no sea con palabras, no es agradable ni es una práctica loable. No usemos lo que llaman la ley del hielo, el no saludar, no llamar o no comentar respecto de algo que nos pregunten. No respondamos con monosílabos. Muchas parejas cuando se molestan adoptan esa posición de indiferencia para herir a la otra persona, no emiten palabra alguna. Una vez más recomiendo llegar a acuerdos. Recordemos cuando éramos niños y nos molestábamos con alguien y decidíamos no hablarle más o no jugar más con ellos. Pensemos en esos casos, que la indiferencia es un comportamiento infantil. Tal vez eso nos ayude a no aplicarla como arma.


El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

Elluz Peraza

Escritora, traductora al servicio del Señor.

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