Respecto al desarrollo intelectual y cultural de las personas, no hay mejor aprendizaje que aquel que no ofrece certezas ni respuestas acabadas. Las mejores lecciones son las que no te sacan de dudas y te abren nuevas preguntas e inquietudes.
“La Historia es cada vez más necesaria para formar personas con criterio”, Joaquim Prats Cuevas, Revista Escuela, 21 de maro de 2017
La mayoría de quienes leen sitios como éste puede hallar perturbador esto de que las mejores lecciones no te sacan de dudas. Acostumbrados como están a que todo lo que aprenden es definitivo y absoluto (que no lo es), el asunto de la duda les es foráneo. No olvidan que les enseñaron que “el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento…” (Santiago 1:6 – RVR1960). Claro, no les hacen ver que la duda a que se refiere el escritor es aquella que no se resuelve y destruye la fe.
No. Nos referimos a otra duda, a otro tipo de preguntas e inquietudes. Si la fe es certeza, significa que antes de abrazarla estamos obligados a entender qué es lo que estamos dispuestos a creer.
En cualquier sitio de filosofía, que es el campo de la duda a que me refiero, explica que la duda es una incertidumbre ante la verdad o la falsedad de una declaración. Hasta que esta incertidumbre no sea resuelta, el juicio sobre algo debe ser suspendido. Para Descartes la duda era su método, sólo mientras no alcanzara una verdad indubitable.
La duda tiene un carácter temporal. Puede durar más o menos tiempo dependiendo de la profundidad del problema. Por ejemplo, los teólogos han discutido hasta el presente, aunque tal vez no lo sabían, el misterio de la Trinidad. Eso que la mayoría acepta a ojos cerrados sin hacerse ninguna pregunta, para otros sigue siendo un tema de pregunta. No hay maldad ni pecado en la duda sincera. Sólo deseos de entender mejor para que la fe sea mucho más sólida.
La verdad no es una avenida estrecha o un campo cerrado. Es un territorio que se presenta abierto para la pregunta y cerrado para el prejuicio, que es el camino de los indoctos para descalificar todo aquello que no entienden; les molestan las lecciones que no los sacan de dudas.
La verdad no se deja saber sin invitar al conflicto. Abre la puerta a la confrontación de lo viejo y lo nuevo. Nos arrincona con la quemante cuestión: ¿Por qué crees lo que crees? La gente cree por lo que le contaron o lo que le enseñaron sin que les dejaran preguntar nada.
¡Bienvenidos, bienvenidas a las mejores lecciones que no te sacan de dudas!
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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