Para saber quién es quién en Internet y en las redes sociales hay que ir harto más allá de las enciclopedias abiertas y los primeros contenidos que aparecen en los motores de búsqueda. Esos espacios son pagados por las grandes compañías cuyo producto principal no es lo que venden los anuncios, sino que nosotros somos el producto.
No se equivoquen. Lo primero que les aparece en los motores de búsqueda, enciclopedias abiertas y los anuncios en sus redes sociales ha sido diseñado previamente para manipular su atención.
Dos o tres recomendaciones urgentes si quieren entender un poco mejor el mundo de las tecnologías de comunicación y de información: “21 lecciones para el siglo 21” de Yuval Noah Harari; “De la estupidez a locura” de Umberto Eco, “El dilema de las redes sociales”, serie de Netflix. También pueden leer “La propaganda política” de Jean Marie Domenach. Si quieren…
Leí un estudio reciente sobre quién es quién en las redes sociales. No tengo el dato a la mano, pero ya escribí un artículo sobre el tema, cuyo título no recuerdo en este momento. El dato es que de la totalidad de suscriptores que tiene la principal red social de discusión del mundo – unos 340 millones – sólo el 1% de ellos establece la agenda. Es decir, 3,4 millones de seres humanos determinan de qué van a estar hablando en los próximos días 336 millones de gentes.
La gente tiene la ilusión de que “participa”, de que “aporta”. En realidad, lo que está haciendo, aunque esté escribiendo una idea propia, es funcionar dentro de lo que algunos personajes decidieron que eran los temas por discutir.
¿Quiénes son esos personajes? No hay necesidad de teorías conspirativas ni elucubraciones apocalípticas. Por una parte, son los dueños de internet y las redes sociales. Por otra parte, están los poderes políticos y económicos que pagarán ingentes sumas de dinero para lograr que la “alerta” audiencia escuche, vea, crea y haga lo que ellos esperan que haga.
No digo que lo logren 100%. Siempre hay por ahí un 1% de personas que no comulga con ruedas de carreta y que entiende el mundo en que vive. El resto, nada más sigue la tendencia impuesta, con la tibia ilusión de que “decide”.
Esta es la parte difícil. Hace años que se viene reduciendo la capacidad de discriminar, de discernir, de seleccionar, de criticar, quitar y poner contenidos. La gran mayoría de las personas no están en condiciones de comprender lo que lee. Por lo mismo, no está en condiciones de tomar decisiones respecto de lo que ve en las redes sociales.
Recomiendo, con cierto temor de parecer auto referente, mis tres últimos artículos aquí: Cómo ha declinado el trabajo intelectual, Aprender a consultar información en internet, y Nuestra civilización ya no sabe que sabe y qué ignora. Se puede leer en ellos algo de lo que ayuda a ser parte de la minoría activa y no de la masa seguidora.
No es difícil, si uno se da el trabajo, de saber quién es quién en las redes sociales y pasar a formar parte de la minoría crítica y responsable – bien cabría la expresión aquí – socialmente.
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