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Zafiro

El cuarto se impregna de pronto de un aroma dulce y penetrante. Mi mamá se prepara para ir a la iglesia y se da un leve y coqueto toque de esencia de heliotropo. Aunque todavía no soy muy consciente de esas cosas, es como si el aire se cargara de cierta sensualidad. Entro un rato después en su dormitorio y flota aún algo de esa espesa fragancia.

No es sino hasta mucho después, en un texto de Oscar Castro – La vida simplemente – que encuentro un correlato de esa memoria. Una de las protagonistas de la novela usa perfume de heliotropo. Nunca antes ni nunca después volví a sentir ese aroma.

Cuando era adolescente conocí dos perfumes para hombre. Flaño, que aún existe y cada vez que voy a Chile me lo traigo para revivir ese permanente y discreto encuentro con mi perdida juventud. El otro, lamentablemente desapareció para siempre: Atkinson’s English Lavender. Era para mí la reina de todas las fragancias y me abrió el camino del encuentro con la lavanda, que fue, es y será mi último, definitivo romance.

Estos recuerdos me llevan naturalmente a Zafiro. Entré a esta tienda de fragancias una mañana pensando encontrar algo que fuera al menos parecido a Atkinson’s. Formado en el mundo clásico de los 70s y los 80s, siempre tengo la sensación que una perfumería es preferentemente cosa de mujeres. Así que, suponiendo que estoy algo ruborizado, le cuento a la señorita mi historia con la colonia de lavandas. Más tarde me entero que ella – Romina – es la dueña. Me facilita las cosas con un trato agradable y creativo.

Una vez me consiguió un agua de toilette de lavanda que me trae la memoria de Atkinson’s. Le pregunto a una de mis colegas de la oficina qué le parece esta adquisición. Me dice sin disimulo alguno: “Tienes olor a Procenex” (un líquido perfumado para limpiar pisos).

Entonces vuelvo a la tienda y por primera vez, herido en mi fuero interno, me busco alguna esencia de esas que anuncian en la televisión con musculosos caballeros y exuberantes mujeres vestidas de blanco en un lujoso barco con las velas al viento.

¿Por qué usamos perfume? Les dejo la respuesta que arroja internet: Te hacen oler bien. Mejora tu autoestima. Mejora tu humor. Atraes. Ayuda a tu memoria (!?). Te ayuda a relajarte.

Si no me creen, vayan a Zafiro y pregunten a Romina… si viven en mi ciudad, claro.

Benjamín Parra Arias

Hay otros universos alrededor nuestro. Contenidos, significados, códigos diversos. Sobre todo, vidas intensamente reales. Espejos donde nos vemos tal cual. Imaginaciones, sueños, broncas, esperanzas, crónicas y memorias...

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