Las personas que están en contra del matrimonio suelen preguntarnos si nos compraríamos un vestido sin probárnoslo. Dicen que perderíamos el tiempo y el dinero si no nos queda bien. Pero una pareja no es un vestido. Imaginen que busquemos y probemos una relación, terminaremos sintiéndonos usados, vacíos, no merecedores de perdón y una terrible experiencia de vida.
Los que creen que se debe probar el matrimonio piensan así porque han visto a alguien cercano aguantar maltratos o porque han observado los efectos traumáticos de una relación sin amor. Por eso, consideran que vivir juntos es una buena medida de precaución.
Hay también quienes preguntan si en la Biblia habla acerca de este tema. Por supuesto, la Biblia sí fomenta un concepto elevado del matrimonio desde Génesis 2:24 (NVI), donde dice:
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.
En realidad, en esa porción de la Escritura no se nombra al matrimonio, sino la unión de hombre y mujer. Pero Jesús, cuando lo preguntaron acerca del divorcio, en Mateo 19:4-6 (NVI), respondió usando esa parte de Génesis:
—¿No han leído —replicó Jesús— que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Hay quienes consideran que el punto de vista bíblico es anticuado porque la convivencia es normal. Pero no hay ningún pruebas que digan que hay menos casos de infidelidad entre quienes conviven antes de casarse, o si esas parejas han dado con la clave para formar una familia feliz. Lo contrario es cierto. Se ha comprobado que quienes viven juntos antes del matrimonio tienen más problemas y más probilidad de divorciarse.
Con respecto a la afirmación sobre comprar un vestido sin probarlo, creo que sí conviene probarse una prenda. Pero la manera de probar el matrimonio no es conviviendo primero, sino dedicando suficiente tiempo a conocer bien a la otra persona.
Conocerse bien y llegar a amarse con virtudes y defectos, teniendo siempre los principios y valores como la consideración y el respeto presentes, son parte de las claves para lograr una familia feliz.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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