¿Alguna vez te has preguntado: «¿Cómo hago para librarme de la culpa?»?
Nos hemos topado con muchas personas que experimentan un sentimiento negativo que les impide disfrutar de los pequeños placeres de la vida, les afecta en su toma de decisiones y, en muchos casos, los obliga a privarse de ciertas experiencias por no tener los recursos necesarios para enfrentar el sentimiento que conlleva la culpa.
Es interesante cómo se la suele definir: Sentirse responsable o pesaroso por una ofensa percibida, que puede ser real o imaginaria. Es un sentimiento desagradable que nace por la condena producida por algo que hicimos o que no hicimos y deberíamos haber hecho. Claro que este sentimiento va acompañado de tristeza, frustración y en muchos casos, enojo hacia nosotros mismos.
¿De dónde nace esta emoción? ¿Por qué algunas personas la experimentan a diario y otras ni siquiera la sienten cuando han hecho algo malo? El sentimiento negativo de la culpa dependerá de muchos factores como la crianza, el nivel de autoestima, la autoexigencia, las malas experiencias vividas, los traumas, el perfeccionismo o las personalidades con trastornos de índole ansiosa, entre otros.
Es importante recordar que las emociones desempeñan una función adaptativa. Cuando la culpa opera de este modo (de forma adaptativa), su rol es reconocer los errores y poner en marcha conductas de reparación. En este caso, la culpa nos ayuda a no trasgredir ciertas normas o códigos éticos, actuando como una alarma que nos previene de cometer errores que podrían tener graves consecuencias.
En el otro extremo se sitúa la culpa como condenatoria de todos los pensamientos, sentimientos y conductas que la persona pueda experimentar, inhibiéndola para ser ella misma. De este modo, podemos afirmar que las personas que experimentan este estado continuo de alerta, no se permiten disfrutar lo pequeño o grande del día a día por sentirse mal producto de este fuerte sentimiento de culpa que los invade en todo momento.
Te dejamos algunas herramientas para que puedas ser una persona responsable de sus acciones, pero no motivado por el sentimiento negativo que la culpa genera.
En primer lugar, es importante que detectes el origen de la culpa, quiero decir, ¿es a raíz de tu personalidad autoexigente, o tu autoestima? ¿Tiene que ver con tu crianza, o con alguna experiencia traumática? Encontrar el origen muchas veces trae luz para poder enfocarnos y reparar.
En segundo lugar, es bueno llevar un registro diario de la culpa; delimitarla e identificar en que momento ocurre, frente a que situaciones, y cuanto se prolonga en el tiempo ¿Dura todo el día? ¿Es en un momento específico en forma de pensamiento fugaz?
Por último, recuerda que el sentimiento de culpa, por lo general, no viene a reparar, sino a condenar y, si bien es una emoción que en algún momento puede ser funcional, en la mayoría de las personas que la experimentan tiene una connotación negativa y pesimista de la realidad.
Dicho todo esto, te insisto a que si estás padeciendo esta situación, puedas pedir ayuda y trabajar sobre ella para ser una persona que actúa con responsabilidad, pero en libertad.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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