¿Cuán buena es la comunicación con tus hijos?
“No basta
traerlos al mundo porque es obligatorio,
porque son la base del matrimonio
o porque te equivocaste en la cuenta”.
Franco de Vita
Uno de los logros más impactantes de la tecnología moderna, especialmente de las redes sociales, es la posibilidad infinita de comunicación entre los seres humanos, sin importar en qué lugar geográfico se encuentren. Hoy podemos contactar a esos amigos que tenemos en China, y que tal vez llevábamos años sin ver, a nuestra vecina de la infancia, la maestra de música de la secundaria, el tutor de la universidad. Podemos conocer incluso sus familias, celebrar sus viajes, y felicitarlos por su cumpleaños. Todos están muy cerca, a la distancia de un clic, en la yema de los dedos y a la vista, en nuestro teléfono u ordenador.
Sin embargo, algo no ha cambiado mucho en las comunicaciones entre padres e hijos. Porque no voy a decir que antes eran mucho mejores. Siempre han existido esas lagunas de comunicación, cosas que no se dicen, que se temen decir, que se asumen, o prejuicios y tabúes de los que no se hablan. De igual manera el reto se impone. Debemos superar las mil y unas distracciones que las redes, la tele, los vídeo juegos, y la vida cotidiana proponen a los niños y jóvenes de hoy.
Dialogar es un verbo difícil. Pero es un verbo necesario. Si hemos sido bendecidos con el milagro de ser padres, es nuestra responsabilidad hablar, es nuestra responsabilidad saber, enterarnos de lo que sucede en esas “otras” vidas tan “nuestras”. Y, quiéranlo o no, compartir opiniones y vivencias, contar experiencias y llegar a acuerdos es tan importante como poner el plato de comida en la mesa o el techo sobre la cabeza.
La comunicación no se impone y no llega de pronto. Hay que fomentarla desde la infancia a través del respeto y la confianza. Mucho más importante, hay que fomentarla desde el amor. Y nunca el amor se puede dar por sentado. Es preciso decir “te quiero”, hablar del cariño, dar besos y abrazos, porque la comunicación no se expresa solo en el plano cognitivo. También tiene que “sentirse”.
No importa que percatarte de estos detalles te haya tomado tiempo. Nunca es tarde. Empieza hoy mismo a conversar con tus hijos y dales el espacio para comunicar.
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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