Además de las enseñanzas que Jesús impartió a sus discípulos, Él también hizo un dedicado trabajo de evangelismo. Se enfocó en llegar a las personas y trasmitir el mensaje de salvación: esa fue parte de su misión en la Tierra.
Jesús además nos dejó la tarea de evangelizar a todas las personas sin excepción, y ese fue un mandamiento y no una simple recomendación; pero a veces olvidamos que es nuestro deber. Por esa razón es importante volver a la Biblia para examinar la vida de Jesús y encontrar en sus acciones el ejemplo que debemos seguir.
Jesús interactuaba con personas que eran marginadas por la sociedad o eran consideradas indeseables (Mateo 9:10; Lucas 19:1-10; Juan 4). De hecho, esto hizo que muchos religiosos de la época lo rechazaran y criticaran. Sin embargo, Jesús se relacionó con todo tipo de gente y no dejó que el prejuicio de la época le impidiera conversar con aquellos que más necesitaban su ayuda.
Su ejemplo nos enseña que debemos dejar de lado nuestros miedos o ideas preconcebidas y compartir nuestra fe a todas las personas. Esto no significa que debemos acercarnos para criticarlos o hacerles sentir menos, sino que debemos hacerlo con amor, así como Jesús lo hizo. Él no solo iba con ellos para hablarles, sino que compartía y los trataba como iguales; y eso nos enseña que debemos hacer lo mismo.
En varias historias vemos que Jesús no solo se enfocaba en enseñar, sino que también suplía las necesidades físicas de las personas; ya sea que se tratara de alimento (Mateo 14.13-21; Marcos 6.30-44; Lucas 9.10-17), sanidad (Mateo 8; Juan 9; Lucas 17:11-19) o simplemente un poco de comprensión. Él no se apresuraba en presentar su mensaje, en cambio, que se daba el tiempo de conocer a las personas y ayudarles a suplir sus necesidades inmediatas.
Jesús nos enseñó que cuando se trata del evangelismo, debemos fijarnos en las carencias de los demás y ser de apoyo. Claro que su salvación es muy importante, pero a veces nos enfocamos en decirles de un Dios amoroso, cuando nosotros mismos no mostramos ese amor mediante nuestras acciones. Por eso debemos estar atentos a las necesidades que podemos ver y tender una mano a quienes lo requieran.
Una cualidad de Jesús que vemos a través de todos los evangelios y en cada acción que realizó es su amor. Ya sea que tratara con gente que lo odiaba o con sus seguidores, Él mostraba amor a todos por igual y nunca discriminó a nadie. Una pequeña muestra es la historia que encontramos en Juan 8:1-12. Allí, una mujer había sido sorprendida en el acto de adulterio y, según la ley, debía morir apedreada. Jesús sabía que la mujer había pecado y que debía pagar por su falta; sin embargo, la perdonó y la dejó libre.
Cuando evangelizamos debemos tener siempre presente que ser cristianos no nos hace mejores que el resto; por lo tanto, no podemos tratar a la gente con condescendencia. Si compartimos nuestra fe no es para hacerles sentir mal sobre sus actos, sino decirles que pese a lo que hicieron, tienen perdón, redención y esperanza. Hay una diferencia enorme entre evangelizar con amor que hacerlo con condenación.
Dios nos amó primero y nos pide que amemos al resto con ese mismo amor; por lo tanto, nuestro evangelismo está incompleto si no vivimos conforme a lo que recibimos de nuestro Creador.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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