Uno de los beneficios más obvios de compartir tu fe es ayudar a otros a conocer a Jesús, pero esa no es la única ventaja.
Compartir las buenas nuevas de salvación de Jesús es algo que todos los cristianos debemos hacer con alegría. No solo porque Cristo nos encomendó esa tarea, sino porque el amor que él pone en nuestros corazones debe instarnos a buscar la salvación para los que nos rodean. Pero además de ser de beneficio para otros, también lo es para nosotros. Estas son algunas de las ventajas que adquirimos cuando evangelizamos:
La mejor manera de explicar lo que significa ser seguidor de Cristo es a través de lo que él hizo en nuestras vidas. Cuando compartimos nuestras historias, las personas querrán saber más, y esto nos incitará a tener una relación más cercana con Jesús. Ambas prácticas van de la mano, pues mientras más evangelizamos, más nos acercaremos a Dios; y mientras más cerca estemos de él, tendremos más deseos de hablar sobre Jesús.
Hablar de Jesús en realidad implica escuchar. Las personas están deseosas de expresarse y de contar con alguien que entienda sus problemas. En vez de hablar y hablar sin parar, lo que debemos hacer es escuchar a los demás primero. Esto es lo que hace la diferencia cuando se trata de evangelizar. Es por ello que cuanto más evangelizamos, nos volvemos mucho mejores al saber escuchar y prestar atención a las necesidades de los que nos rodean.
No todas las personas aceptan a Jesús con la misma rapidez que otras y es precisamente este hecho el que nos hace más pacientes y perseverantes. Así como se necesitan meses, o incluso años, para que una planta tenga fruto, así también la gente necesita tiempo para aceptar a Jesús en sus vidas. Durante esos momentos no debemos desesperarnos e insistir agresivamente, sino ser pacientes y demostrar el amor de Dios hacia ellos.
A veces nos resulta difícil amar a los demás, sobre todo cuando no los conocemos o ellos nos hacen algún mal. Sin embargo, compartir de Jesús hace que pongamos el amor en práctica y veamos a las personas como él las ve. Asimismo, abre nuestra mente y corazón a las vivencias de la gente y nos hace ser más cercanos a ella.
El evangelismo no sería posible sin Dios. De nada vale que tengamos los mejores métodos si él no está en ellos. Compartir nuestra fe nos hace depositar nuestra fe en Jesús para cada paso que damos: desde iniciar una conversación con otra persona, hasta confiar que le entregue su vida.
Muchas personas temen hablar de Jesús con otros por temor al rechazo o porque no saben qué decir. No obstante, una vez que lo hacemos se vuelve más sencillo con la práctica. La valentía que necesitamos proviene de Dios y él nos ayuda a continuar ejecutando la labor que nos encomendó.
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El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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