¿Tiene Dios un genero de música específico? No. Estas son dos razones por las cuales Dios no favorece un género musical sobre los demás.
Muchas personas entienden que adoración es sinónimo de música. Cada vez que alguien dice: ≪Adoremos a Dios≫, lo primero que piensan es en levantar las manos al ritmo de música algún ministro de alabanzas. Esto no está mal. El problema es que, a través de los años, se ha confundido la alabanza con adoración. Y peor aún, se le ha asignado un género musical específico a la adoración.
La adoración no es otra cosa que obedecer a Dios. Tú adoras a Dios cuando haces lo que fuiste creado para hacer. La alabanza es glorificar a Dios por medio de los dones y talentos que Dios le ha dado. Un albañil adora a Dios haciendo un buen trabajo para su prójimo y siendo honrado cobrando lo justo por ese trabajo. Una abogada puede adorar a Dios cuando utiliza sus conocimientos para hacer justicia y equidad. Adorar es obedecer a Dios por medio de lo que Él diseñó para nuestra vida.
La alabanza es el reconocimiento de cualidades excepcionales en algo o alguien y expresar admiración, amor y placer en ese algo o alguien. Por ejemplo, en Proverbios 31 vemos el caso donde el esposo alaba o reconoce con admiración las cualidades increíbles de su esposa, la mujer virtuosa. Así pasa con Dios.
Cuando vemos lo fiel y bueno que ha sido Dios con nosotros que ha dado a su hijo Jesucristo por este mundo, no nos queda más que alabar a Dios por un acto tan grande. Pero ¿y qué sucede con la música? ¿Podemos alabar a Dios con música urbana y tropical? Entonces, ¿podemos decir que Dios tiene un género musical específico? No. No podemos.
El artista urbano que ha entregado su vida a Dios está adorando a Dios cuando hace lo que ha sido creado para hacer: música urbana que habla de las mentiras de la calle y ofrece a Cristo como única salida a los que escuchan. Los que ya seguimos a Cristo y hemos probado Su amor y perdón, podemos alabar a Dios a través de la música urbana porque somos confrontados por sus líricas reales. Podemos alabar a Dios cuando utiliza jóvenes, hombres y mujeres para llevar un mensaje de amor, perdón y corrección a través de la música urbana.
Dios no tiene un género musical especifico. Dios es demasiado grande e infinito; no se puede definido por un estilo musical. Cuidémonos de forzar en nombre de Dios estilos musicales que nos agradan. No hagamos a Dios a nuestra imagen. Dejemos que sea Dios quien utilice cada don que ha puesto en nosotros para adorarle. Alabémosle porque en su conocimiento nos ha hecho con gustos musicales diferentes pero con una necesidad en común: adorarlo a Él.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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