Dios contesta las súplicas de quienes se acercan a Él por medio de la oración. Cuando oramos debemos confiar en que su sabiduría y poder, pues, sólo Él sabe lo que es mejor para nosotros. Sin embargo, hay ocasiones en las que orar no es suficiente. Se debe orar y actuar.
En la Biblia hay un ejemplo de un hombre que puso en práctica este principio: Nehemías. Él era un judío que había sido llevado cautivo a Babilonia, donde servía como copero para el rey. Un día se enteró de la gran aflicción que pasaban sus compatriotas, y esto lo conmovió tanto que se sentó a llorar, hizo duelo, ayuno y oró por varios días.
La reacción de Nehemías es la que probablemente muchos hubiésemos tenido al enfrentarnos a una situación parecida. Sabemos que orar y confiar en Dios es una manera de ayudar a otros que están en necesidad; no obstante, a diferencia de muchos, Nehemías no se conformó con tan solo orar. En vez de quedarse de brazos cruzados y esperar que alguien más vaya a levantar una muralla para su pueblo, él se encomendó en las manos de Dios y emprendió un largo viaje para hacerlo él mismo.
En lo que prosigue de su historia, se puede ver que Nehemías nunca es abandonado por Dios; sino que en todo momento lo ayuda y protege de sus enemigos. Al igual que Nehemías, nosotros debemos:
Si te encuentras en un momento en el cual tengas la posibilidad de hacer algo, ya sea por ti o por otros, no te conformes con solo orar. Sé la persona que anime a otros a tomar acción.
Este artículo fue producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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