La Biblia habla sobre la música en diversos pasajes que nos dan una referencia de qué clase de música le agrada a Dios y cuál es su utilidad.
En la Biblia encontramos que había situaciones especificas en las que la música tenía un propósito. Por ejemplo, muchos de los Salmos fueron escritos como canciones, los cuales eran parte de la riqueza cultural y musical de Israel. Pero esos Salmos también servían como himnos hacia Dios.
En otras historias vemos que la música era una forma de expresión y alabanza a Dios cuando ocurría un momento importante; por ejemplo, cuando los ángeles cantaron al anunciar el nacimiento de Jesús (Lucas 2:13-14).
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento vemos que la música siempre estuvo presente. Al leer podemos ver que la música tiene diferentes propósitos, como:
En algunos casos, la música estaba acompañada de danzas. Y los casos en donde la música se daba en el templo o con el pueblo en general, esta era ejecutada por músicos profesionales que se dedicaban exclusivamente a esa tarea (ej: 1 Crónicas 6:31-47).
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En los tiempos bíblicos se usaban diferentes instrumentos, y algunos de ellos se mencionan en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, solo porque menciona a los címbalos, trompetas, panderetas, etc., no quiere decir que esos sean los únicos instrumentos que debemos emplear en la música dirigida a Dios.
De hecho, por la información que tenemos sobre los géneros musicales de la época, no podemos asegurar que conocemos todas esas melodías, pues algunas se perdieron con el paso del tiempo. Por lo que no podemos decir que a Dios le agrada un género específico de música.
Además, en Amós 5:21-24 (RVR1960), dice:
«Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.»
Este es un claro ejemplo de que Dios valora más las cosas que están en el corazón que los actos externos de alabanza. Por eso es que dice en el versículo 24 (TLA):
«Mejor traten con justicia a los demás y sean justos como yo lo soy. ¡Que abunden sus buenas acciones como abundan las aguas de un río caudaloso!»
Asimismo, en otros versículos que Dios se refiere a la hipocresía de las acciones y que Él prefiere la obediencia (Mateo 23:27-28; 1 Samuel 15:22). Esto nos da a entender que Dios prefiere las cosas espirituales y conoce nuestras verdaderas intenciones, por lo que verá si nuestra alabanza es genuina, independientemente del género musical que utilicemos.
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