Lo de siempre ya no me divierte. Me ha vuelto inconsciente a lo evidente. Ya no soy vigente

(El Ordinario, canción de Enjambre)

Qué fácil es quedarse en lo de siempre. Lo conocido libra a la mente de pensar, de inquietarse. Lo de siempre resuelve cualquier duda, cualquier pregunta. Cuando surge una incertidumbre, se acude a lo de siempre y ya está.

Lo de siempre lo hace a uno inconsciente de lo evidente. Esa es la advertencia con la que se inicia esta canción. Lo de siempre insensibiliza el alma a lo distinto, a lo diverso, a lo que está más allá. Porque lo de siempre explica todo y no hace falta inquietarse por más evidente que sea la necesidad de salir y comprender lo otro.

Lo de siempre es la baldosa que asegura la precisión de los movimientos vitales. Organiza y ordena los pensamientos y las decisiones alrededor de un juego determinado y simple de respuestas.

Lo de siempre se comparte con los que piensan, viven y sienten lo de siempre. Sus seguidores se atraen, se saludan alegremente y se felicitan por ser parte de lo de siempre que, por cierto, les parece que es lo único correcto.

Pero como el mundo no es lo que cree, lo de siempre ya no es vigente. Puede ser bonito, estimulante, reconfortante, pero ya no tiene relevancia. Conforma a los que están dentro pero no sirve. El grito del mundo sigue ahí, el dolor permanece presente, destituyendo el valor de las personas y de las cosas.

Como expuse recientemente en el podcast “El espejo de dos caras”, los seguidores de lo de siempre tienen una mirada completamente ajena a la realidad. El mundo de los de siempre se completa y se realiza dentro de sí mismo. No se nutre ni es conmovido por lo exterior.

Ya no es vigente.

“Lo de siempre ya no me divierte” parece una afirmación frívola. Lo que quiere transmitir, creo, es que lo de siempre ya no convoca a la pasión, a la alegría de vivir en un mundo donde se debe intervenir con creatividad y valentía.

Una vez alguien dijo que la fe era la expresión mística del máximo aburrimiento. Pero no es que la fe sea aburrida: lo que pasa es que lo de siempre le mata su esencia.

¿Cómo salir de lo de siempre?

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