Una de las interrogantes más antiguas y difíciles que han enfrentado los creyentes a lo largo de la historia es: «¿Por qué suceden cosas malas a la gente buena?» Esta pregunta surge cuando nos encontramos con situaciones dolorosas, tragedias o sufrimientos que parecen injustos, especialmente cuando suceden a personas que consideramos justas, amables o devotas.
A lo largo de este artículo abordaremos esta pregunta desde una perspectiva bíblica, utilizando ejemplos y enseñanzas que nos ayuden a entender mejor la naturaleza del sufrimiento en el mundo y la soberanía de Dios en medio de las pruebas.
¿Por qué pasan cosas malas a la gente buena?
1. La realidad de un mundo caído
Para comprender por qué ocurren cosas malas, es esencial recordar que vivimos en un mundo caído. Desde el momento en que Adán y Eva desobedecieron a Dios en el jardín del Edén (Génesis 3), el pecado entró en el mundo y con él, la muerte, el sufrimiento y la injusticia.
Romanos 5:12 (NTV) dice:
«Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.»
Este mundo, creado originalmente como perfecto y libre de sufrimiento, está ahora sujeto a las consecuencias del pecado. La enfermedad, la tragedia y las dificultades que enfrentamos a diario son una consecuencia directa de vivir en este mundo quebrantado. No obstante, esto no significa que Dios haya abandonado Su creación o que Él sea indiferente al dolor que enfrentamos.
2. Dios está presente en medio del sufrimiento
Es importante entender que, aunque vivimos en un mundo lleno de maldad y sufrimiento, Dios está con nosotros en cada circunstancia. Un ejemplo claro lo encontramos en el libro de los Salmos.
David, quien experimentó muchas pruebas y dificultades, declara en Salmos 23:4 (NTV):
«Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.»
Dios nunca promete que no enfrentaremos sufrimiento. De hecho, en Juan 16:33 (NTV), Jesús dice:
«Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.»
Sin embargo, lo que sí promete es Su presencia y Su consuelo en medio de esas pruebas. Él camina con nosotros, nos sostiene y nos da la paz que sobrepasa todo entendimiento, aun cuando no comprendamos por qué suceden las cosas malas.
3. El sufrimiento puede tener un propósito
A menudo, el sufrimiento no es sólo una consecuencia del pecado en el mundo, sino que también puede tener un propósito divino. En la carta de Santiago encontramos una perspectiva desafiante sobre las pruebas.
Santiago 1:2-4 (NTV) nos exhorta:
«Queridos hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho, porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.»
Dios utiliza el sufrimiento para moldear nuestro carácter y fortalecernos en nuestra fe. Aunque puede ser difícil de aceptar en el momento, las pruebas tienen el potencial de hacernos más maduros espiritualmente y más semejantes a Cristo.
Romanos 5:3-4 (NTV) dice:
«También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades, porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.»
4. La justicia divina no siempre es inmediata
Uno de los desafíos al enfrentarnos a la pregunta de por qué pasan cosas malas a la gente buena es que, a menudo, buscamos una respuesta o justicia inmediata. Queremos ver a los justos recompensados y a los malvados castigados en el aquí y ahora. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la justicia de Dios, aunque perfecta, no siempre ocurre de inmediato en esta vida.
En el libro de Job, encontramos una historia emblemática sobre el sufrimiento. Job era un hombre justo y devoto pero fue sometido a un dolor inmenso y aparentemente inexplicable.
Aunque no comprendió del todo por qué estaba sufriendo, Job finalmente aprendió que el plan y la soberanía de Dios son mucho mayores que nuestra comprensión humana limitada.
Al final, Dios restauró a Job, pero durante su prueba, Job tuvo que confiar en la justicia y la bondad de Dios a pesar de no entender por qué estaba sufriendo.
En Apocalipsis 21:4 (NTV), encontramos la promesa final de que Dios, en su tiempo perfecto, erradicará todo sufrimiento: «Él secará todas las lágrimas de sus ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». Aunque puede parecer que las cosas malas suceden sin razón en este momento, la justicia divina se cumplirá plenamente en la eternidad.
5. La esperanza en Cristo
Finalmente, como cristianos nuestra esperanza no está en las circunstancias de este mundo, sino en Cristo. Aunque pasemos por sufrimientos y tragedias, tenemos la seguridad de que Jesús ya ha vencido al pecado y a la muerte. Su resurrección nos da la esperanza de que, al final, el mal no tendrá la última palabra.
Romanos 8:18 (NTV) nos recuerda: «Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante». A través de Cristo, tenemos la promesa de una vida eterna donde no habrá más dolor ni sufrimiento.
ENTONCES, ¿POR QUÉ PASAN COSAS MALAS A LA GENTE BUENA?
Aunque la pregunta «¿Por qué pasan cosas malas a la gente buena?» no siempre tiene una respuesta clara desde nuestra perspectiva humana, la Biblia nos ofrece consuelo y dirección.
Vivimos en un mundo caído, pero Dios está con nosotros en el sufrimiento, y Él puede utilizar nuestras pruebas para Su gloria y para nuestro crecimiento.
Recordemos que nuestra esperanza está en la justicia y la restauración que vendrán a través de Cristo. Al confiar en Él, encontramos paz en medio de las dificultades y la certeza de que el mal no prevalecerá.