Dios no es una religión, es una relación. Él quiere que nos relacionemos con Él de una manera sana, sencilla y normal. No fingida ni rebuscada. Él busca que nos acerquemos a Su presencia abiertamente. Quiere que tengamos una buena relación con Él, con nosotros mismos y con los demás, especialmente dentro del hogar, con nuestro círculo íntimo (padre, madre, cónyuge, hijos y/o hermanos).
Cabe señalar que en este artículo al hablar de religiosidad no se refiere a una denominación o doctrina cristiana en particular, sino a una actitud personal de cómo relacionarnos con nuestro Creador. Porque ciertamente Dios no quiere obras de la carne sino un corazón dispuesto a obedecerle a Él y NO a nuestro propio entendimiento, y mucho menos a reglas impuestas por otros.
Esto lo sé por experiencia propia, ya que tengo una personalidad estructurada y fácil de adherirme a un formato o pauta. Dios me hizo así, eso no es malo. El problema fue cuando comencé a aplicar métodos para relacionarme con Él y aún peor cuando lo quise aplicar en mi familia. «Primero hay que ungir la casa, ahora vamos a hacer la comunión, después vamos a alabar, hay que memorizar un versículo… etc.»
Estaba haciendo lo correcto de la manera incorrecta. Quería educar a mi familia en la Palabra de Dios, pero lo estaba haciendo de manera forzada y drástica. Por otro lado, yo andaba en gritería en la casa con las niñas, con ira y enojo con mi esposo, falta de perdón con familiares y amigos, amargura, resentimiento. ¡Qué desastre!
«¡Qué aflicción les espera, maestros de la ley religiosa y fariseos! ¡Hipócritas! Pues son como tumbas blanqueadas: hermosas por fuera, pero llenas de huesos de muertos y de toda clase de impurezas por dentro.» Mateo 23:27 (NTV)
El Señor me confrontó a través de mi hija mayor cuando me dijo: «Mami, Dios es tan fácil de amar, pero tú lo haces tan difícil». Yo estaba imponiendo una carga en mi familia y peor aún, estaba controlando su espiritualidad, considerando que mi manera de relacionarme con Dios era la correcta y así tenían que hacerlo los demás a mi alrededor.
La Biblia nos muestra qué podemos esperar de nuestra relación con Dios: «Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.» 2 Corintios 3:17 (RVR60). En Dios hay libertad para relacionarnos directamente con Él, guiados por Su Espíritu.
(Otros versículos relacionados con este tema: Gálatas 2:3-4. Mateo 23:1-4.)
![]() |
Euri Marosi es colaboradora del programa El Antivirus de CVCLAVOZ. Produce el segmento Puertas Adentro, dedicado a tratar temas sobre las situaciones que pasan dentro del hogar y cómo enfrentarlas desde una perspectiva bíblica. Marosi es una periodista galardonada de los Premios Emmy y apasionada por la comunidad. Vive en Florida con su esposo y tres hijas. |
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.