El sufrimiento es algo que nadie espera, más bien se lo evita; ninguno quiere pasar por ese valle sombrío y cuando estamos en medio de esa copa de sufrimiento debemos recordar que no estamos solos.
Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
Mateo 26:39 (NTV)
Hay desiertos que son necesarios de atravesar. Jesús mismo pasó esta copa de sufrimiento, pero se dirigió a Dios para pedirle que, si era posible, le permitiera evitarlo y confió en que su respuesta era conforme a su propósito y buena voluntad.
En Lucas 22:43, indica que: «Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle» Jesús recibió la fuerza que necesitaba para cumplir con este plan perfecto de Dios para salvar a la humanidad.
El Señor tiene el control de todo, y aún en medio de todo sufrimiento siempre podemos confiar en que no estamos solos y que Él cuida de nosotros.
Te amo, Señor; tú eres mi fuerza. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro.
Salmos 18:1-2 (NTV)
Padre, necesito mucha fuerza para pasar esta copa de sufrimiento, te pido que me ayudes, hay muchas cosas que no entiendo pero confío en que tú tienes el control y que estoy en tus manos.
Gracias por escucharme y porque estás conmigo en todo tiempo. En el nombre de Jesús, amén.
Ante el sufrimiento, ¿de qué manera mantienes la fortaleza para seguir adelante?
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