A veces nos resulta más fácil juzgar a los demás que ponernos a reflexionar sobre nuestras propias vidas y lo cierto es que a nadie le vendría mal poder examinar constantemente su vida para poder ir mejorando.
En las Ilustraciones Selectas de A. Espinoza, se cuenta que Juan Wesley dijo que Juan Fletcher era el hombre más santo que había conocido en Europa y en América; y que lo era porque diariamente se examinaba para saber si su proceder estaba de acuerdo con los planes de Dios, para lo cual se hacía las siguientes preguntas:
Nuestra falta de crecimiento puede deberse a que no somos capaces de examinarnos a nosotros mismos. Hacer una evaluación constante de nuestras vidas nunca es fácil pero es saludable porque nos ayuda a ver si vamos por el camino correcto o si debemos cambiar algo.
Inclusive, muchas veces, las cosas no salen como queremos o pareciera que nada nos sale bien y no entendemos la razón. Pero, si nos detenemos a hacer un examen detallado de nuestra vida, es posible que hallemos aquello que hemos estado haciendo mal porque, en ocasiones, al no tener la costumbre de auto examinarnos, hay malos hábitos o errores que los incorporamos como normales en nuestra vida.
Y apartándose el impío de su impiedad que hizo, y haciendo según el derecho y la justicia, hará vivir su alma. Porque miró y se apartó de todas sus transgresiones que había cometido, de cierto vivirá; no morirá. Ezequiel 18:27,28 (RVR1960)
Examinar constantemente nuestra vida nos puede ayudar a apartarnos del mal, a corregir aquellos pequeños errores antes de que sean cosas mucho más difíciles de cambiar.
Pidámosle a Dios que nos muestre aquellas cosas que no le agradan para que podamos vivir conforme a su perfecta voluntad y alcanzar su propósito para nuestras vidas.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna. Salmos 139: 2,24 (NTV)
Padre amado, te doy gracias porque tú siempre nos das la oportunidad de enderezar nuestros pasos y volver a ti. Hoy quiero pedirte que me muestres todo aquello que no te agrada, que me señales las cosas que debo cambiar para poder ser cada día mejor y poder alcanzar el propósito que tienes para mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
¿Cuál sería una buena estrategia para crear el hábito de examinarte constantemente?
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