“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” Mateo 5:28-29 (RVR1960).
Fueron tus votos de compromiso en el altar quienes determinaron tu unión matrimonial y es la voluntad de Dios que ese pacto dure “hasta que la muerte los separe”. Si has descuidado la relación con tu cónyuge y has permitido que la codicia se convierta en adulterio ¡Detente! Porque más allá de perder tu reputación personal, de destruir tu matrimonio, marcarás para siempre tu vida y la de tu familia. Es momento de abandonar esa satisfacción momentánea si en verdad deseas tener una vida conyugal saludable. Si bien puede resultar difícil abandonar lo que sabemos con certeza que es pecado, es necesario tomar decisiones valientes para que cada área de nuestra vida agrade a Dios.
Por Ruth Mamani
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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