Cuentan que un joven rico de Roma había sanado de una enfermedad grave. Estaba tan lleno de  gratitud en su corazón que exclamó: “¡Oh, Creador Todopoderoso! Si  el hombre te pudiera recompensar, de buen agrado te daría yo todos mis bienes”

Lo escuchó  Hermas, el pastor, y le dijo: “Todo don bueno viene de arriba,  a donde nada puedes enviar. Ven conmigo”

Hermas lo condujo a una choza donde sólo se veía la mayor miseria. Yacía enfermo el padre, lloraba la madre y los hijos andaban casi desnudos pidiendo pan. Y le dijo Hermas: “He aquí un altar para tus sacrificios; he aquí los hermanos y representantes del Señor”

El joven  los socorrió generosamente, y los pobres le llamaban “Ángel de Dios”. Sonrió Hermas, y dijo: “Dirige siempre tu rostro agradecido primero al cielo  y luego a la tierra”.

Si bien es cierto que las obras no nos salvan, éstas son una demostración práctica del amor, la misericordia, la compasión que Jesús nos enseñó. En Santiago 2: 14-17 dice: “Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones? ¿Puede esa clase de fe salvar a alguien? Supónganse que ven a un hermano o una hermana que no tiene qué comer ni con qué vestirse  y uno de ustedes le dice: «Adiós, que tengas un buen día; abrígate mucho y aliméntate bien», pero no le da ni alimento ni ropa. ¿Para qué le sirve? Como pueden ver, la fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil”. (NTV)

No necesitas tener mucho dinero para poder ayudar a otros, brindar nuestro tiempo y  compañía muchas veces son los recursos más valiosos que podemos dar. Podrías brindarte como voluntario en un asilo u orfanato, quizás visitando enfermos, cocinando para alguien que no puede hacerlo, ayudando con las tareas de un niño, colaborando en la reparación de algo, poniendo tu profesión al servicio de los demás  y hay mil formas más de ayudar, lo importante es la disposición de tu corazón.

Existe mucha gente con diversas necesidades y aunque quizás nosotros mismos tenemos carencias, el brindar nuestra ayuda a los necesitados demuestra nuestra confianza en Dios, en que sabemos que Él se encargará de nuestras necesidades.

Recuerda que si tu corazón está dispuesto a ayudar Dios se encargará de mostrarte las necesidades de los demás y te dará los recursos y la sabiduría necesaria para hacerlo.

¿Qué esperas para poner tu fe y agradecimiento en acción? Demuestra de forma práctica ambas cosas y muéstrale al mundo que eres un verdadero seguidor de Jesús.

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Ana Maria Frege Issa

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