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Indigestión por oro

Se cuenta que cuando el Dr. Edwin San Jhon Ward fue director del Hospital Americano en Beirut, acudió un paciente con una enfermedad muy extraña.

El paciente explicó que siendo atacado por un grupo de bandidos, al verlos venir, metió la mano en su bolsillo y, sacando 26 monedas de oro del valor de una libra esterlina cada una se las tragó, lo que le producía una indigestión por oro que temía lo llevara a la muerte.

El cirujano lo operó y sacando el oro de su estómago, le salvó la vida.

Mucha gente sufre de este mal, quizás no han tragado físicamente las monedas de oro pero el afán por tener riquezas, fama, poder, se han quedado atorados en su mente y corazón, convirtiéndolos en personas incapaces de percibir, sentir o atender las cosas que realmente son valiosas en la vida.

Por esta misma razón es que el joven rico  no pudo seguir a Jesús (Mateo 19:16-30), porque su corazón estaba en las cosas materiales.

No está mal tener posesiones materiales, títulos, un buen trabajo o ser reconocidos, el problema radica cuando esa es nuestra razón de ser, cuando nuestra mente y corazón están llenos de estas cosas y perdemos de vista lo más valioso como nuestra relación con Dios, con la familia, cuando nuestras prioridades cambian de orden y dejamos lo que verdaderamente vale la pena en la parte final de nuestra lista.

“Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero”. Mateo 6:24 (NTV)

No permitas que las cosas terrenales te cieguen, que aquellas cosas pasajeras que deslumbran nuestra vista no te causen una indigestión y te quiten el gozo de disfrutar de lo verdaderamente valioso, de aquello que no puede verse pero que es eterno.

“Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre”. 2 Corintios 4:18 (NTV)

Realiza una evaluación de tu vida, de tu corazón y si el oro te está causando una indigestión,  permite que Dios pueda retirarlo y devolverte el gozo de vivir.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Ana Maria Frege Issa

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