“Mas tú, oh SEÑOR, eres escudo en derredor mío, mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé al SEÑOR, y El me respondió desde su santo monte. Yo me acosté y me dormí; desperté, pues el SEÑOR me sostiene” Salmos 3:4-5
Nunca olvidaré aquel día en el cual pasaba por un lugar en el que había un grupo de personas peligrosas. Ellos parecían estar bajo los efectos del alcohol o alguna droga, pero además habían estado asaltando a los que pasaban por allí en días anteriores. Al verme sola, en ese momento me puse a orar y me cubrí con la sangre de Jesús. Este grupo pasó por al lado mío sin verme, es como si Dios me hubiera hecho invisible y entonces pude seguir sin problemas. Estoy convencida que Dios es nuestro escudo y vela por nosotros, si hoy lo dudas aférrate a esta promesa.
Por Danitza Luna
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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