Muchos cristianos no quieren compartir con personas que no son creyentes pero, si hacen eso, ¿cómo van a cumplir con nuestra primera Gran Comisión? Y si no compartes con quienes no sean creyentes, ¿qué sentido tiene llamarte evangélico o cristiano? ¿No crees?
Necesitamos tener compasión de quienes anden en malos pasos y compartir con ellos; no para hacer lo que ellos hacen ni para celebrárselos. Pero como dijo Pablo, necesitamos encontrar algo que podamos tener en común con ellos para irnos de ese punto a contarles la verdad de Jesús.
Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos.Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones.
1 Corintios 9:22-23 (NTV)
Necesitamos dejar de ser prejuiciosos con los que no sean creyentes. Dejemos de señalar y comencemos a comprender y a ser gentiles como lo fue nuestro Amado Jesús. Más gentil, amable y justo que Él, ninguno. No lo alcanzaremos, pero hagamos todo el intento por acercarnos a esa bondad.
Mostrar a otros que son aceptados a pesar de sus errores o de sus debilidades es hermoso y complace a nuestro Dios. Y no es que lo hagamos para recibir nada a cambio, pero para nosotros debe ser bendición de Dios cuando sabemos que alguien es salvo.
Toda obra que realices para la iglesia o para ayudar a alguien es un servicio que haces para Dios. Cuando realizas tu trabajo con excelencia, con amor y buena disposición, Dios te bendice. Por tanto, trabaja, obra, ayuda como para Él siempre. Es una manera de participar de Sus bendiciones.
Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”.
Mateo 25:34-36 (NTV)
Vivimos en este mundo, pero no somos de este mundo, vivimos para un Dios Único y maravilloso que nos ama como nadie. El Dios vivo, verdadero, misericordioso, Todopoderoso. Ese mismo Dios que creó el Universo, las estrellas, océanos y todo lo que existe, nos ama.
¡Qué privilegio y qué responsabilidad! Por tanto, debemos hacer lo que nos mandó a hacer, a predicar las Buenas Nuevas al mundo entero. Sin discriminar, sin juzgar ni señalar. Siendo mejores cada día y solo para Él.
Señor de mi vida, Amado Padre Celestial, bendito seas por todo Tu amor, Tu bondad, generosidad y gran amor por la humanidad. Ayúdame a servirte siempre y hacer todo como para Ti.
Que nunca me ponga prejuicioso con quienes no sean creyentes, sino que pueda conseguir en ellos, así como Pablo, algo que pudiéramos tener en común y de esa manera, compartir, siendo como Tú nos pides que seamos: amables, gentiles, generosos, de manera que ganemos su confianza y podamos contarles de la bendición que es tenerte en nuestro corazón.
Ayúdame Señor, te lo pido en el nombre de Jesús, amén y amén.
¿Nos puedes compartir las maneras cómo sirves a Dios? Gracias.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ. El presente se escribió en su totalidad por un ser humano, sin uso de ChatGPT o alguna otra herramienta de inteligencia artificial. CVCLAVOZ
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