Cuando el misionero Adoniram Judson estaba en un calabozo fétido de Birmania, con grillos de más de 15 kilos en los tobillos y los pies amarrados a un poste de bambú, un burlón le preguntó:
—¿Qué me dice de sus perspectivas para convertir a los infieles?
Judson contestó sin la más mínima vacilación:
—Las perspectivas son tan brillantes como las promesas seguras de nuestro Dios, que es infalible.
No importa cuán adversas se vean las circunstancias, si todo parece estar en contra ni lo que diga la gente. Lo importante es que las promesas de Dios no pierden vigencia, siguen estando a nuestro alcance y Él no cambia de parecer.
Las promesas de Dios nos brindan esperanza cuando las preocupaciones y la ansiedad nublan nuestra vista, cuando sentimos que el peso de los problemas nos hunde, podemos aferrarnos a ellas, seguros de que el Señor las cumplirá.
Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?
Núm. 23:19 (RVR1960)
La Biblia está llena de promesas del Señor y todas siguen vigentes; aprópiate de ellas porque Dios quiere bendecir tu vida, Él puede darle solución a tus problemas y no te abandonará.
No dejes que la preocupación te quite la paz, entrégale tus problemas a Dios y aférrate de sus promesas.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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