El Señor Jesús realizó un milagro sorprendente en la vida de Lázaro, lo resucitó después de cuatro días de haber muerto. De este hombre no sólo podemos aprender del poder glorioso que se derramó en su resurrección, sino también podemos encontrar enseñanzas valiosas para la iglesia de hoy.
Lázaro amigo de Jesús
Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle
Juan 11:11 (RVR 1960)
Era notorio a los ojos de los demás que Lázaro era amigo del Señor, de hecho, es el único a quién Jesús se refiere con la expresión «nuestro amigo Lázaro».
Como sabemos, Jesús mismo mencionó que no tenía dónde reposar la cabeza, no tenía una casa a donde llegar, pero la vivienda de Lázaro representaba su refugio cuando se encontraba por aquellas tierras entre Galilea y Judea; para Jesús, era uno de los lugares favoritos para visitar.
Lázaro era amigo de Jesús y la pregunta que podemos hacernos es, ¿somos amigos de Jesús? ¿Se complace el Señor con nosotros, así como con Lázaro?
Lázaro no era un apóstol
Lázaro no era un apóstol, no pertenecía al círculo de servidores de Jesús, no lo seguía por todos lados como sus discípulos, pero esta historia encierra una linda enseñanza: el título no determinaba la calidad de amistad de Jesús con Lázaro; quizá no era apóstol, pero sí un compañero querido para el Señor.
Sería necesario reflexionar si conocemos a nuestro Señor a tal punto que podemos decir también que somos amigos de Jesús. Si estas palabras son reales en nuestra vida, entonces estamos por buen camino; pero si simplemente es un decir, quedarán solamente como una frase bonita. Debemos cerciorarnos de que estamos cultivando una amistad profunda y verdadera con nuestro Señor.
No olvides que antes de resucitar, Lázaro primero era amigo.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.