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Soy un perro muerto que no sirve para nada

El principe Mefiboset se percibía como un “perro muerto”, enseguida te contamos el motivo.

Él era nieto del rey Saúl de Israel, quién fue insensato y soberbio delante de Dios, motivo por el cual fue desechado como autoridad de su pueblo. Cuando Saúl perdió la guerra contra los filisteos, la nodriza escapó con el niño, ya que al ser heredero estaba expuesto al peligro; pero en su desesperación lo dejó caer, con lo que Mefiboset quedó lisiado de por vida.

El niño quedó huérfano, despojado de sus tierras, bienes, y de todos los privilegios del palacio.

Creció y vivió refugiado en una ciudad extranjera llamada Lodebar; lugar que tiene el significado de tierra árida, hostil y seca, donde no crece el pasto, ni se produce fruto. Era un espacio de refugio para los endeudados, despojados, perseguidos, golpeados por la vida como Mefiboset, comparado a un perro abandonado.

No tengo esperanza, “soy un perro muerto

Cualquiera diría que el fin de este hombre sería triste, pero el rey David tenía un pacto de amistad y de paz con su padre que continuaría a través de sus descendientes para siempre; motivo por el cual, el rey buscó a Mefiboset y lo llevó al palacio.

David le dijo: No temas, porque ciertamente te mostraré bondad por amor a tu padre Jonatán, y te devolveré toda la tierra de tu abuelo Saúl; y tú comerás siempre a mi mesa. Se postró él de nuevo, y dijo: ¿Quién es tu siervo, para que tomes en cuenta a un perro muerto como yo?

2 Samuel 9:7-8 (LBLA)

¿Quién soy yo para que un rey se preocupe por mí?

Las palabras de Mefiboset fueron impactantes, puesto que se miraba como un “perro muerto”, alguien desechado y sin esperanza. Su nombre significa “el que lleva la vergüenza en sí mismo”,  representa a aquellos que por causa del pasado no tienen amor propio, sino que cargan profundas heridas, resentimientos y frustraciones, las mismas  que les impide mirar de forma positiva su vida.

Muchos podemos estar como Mefiboset, refugiados en un lugar aislado, sin comunicarnos con nadie; con temor, inseguridad, solos y sin ninguna esperanza, pensando que nuestro destino final es terminar en la miseria. Pero en esta enseñanza el rey David representa al Señor, quién nos busca para darnos otra oportunidad.

Vuelve al palacio donde perteneces

El Señor te dice: “No tengas miedo, porque haré misericordia contigo y te bendeciré” ¿cuál será tu respuesta? Te animo a aceptar su invitación y volver al palacio donde perteneces, vuelve a los brazos de tu Padre; recuerda que mientras estés vivo tienes la oportunidad de ser parte de sus grandes bendiciones.

Si deseas conversar con nosotros, escríbenos.


El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

Shirley Chambi

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