“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17 (RVR1960).
Cuando nacemos recibimos de nuestros progenitores una combinación de rasgos genéticos entre los cuales se encuentra el temperamento.
Cada persona tiene cierto porcentaje de los cuatro temperamentos identificados como sanguíneo, colérico, melancólico y flemático; estos tienen características bien marcadas, así como fortalezas y debilidades.
Al ser un aspecto innato, muchas veces nos vemos actuando o reaccionando de manera opuesta a como quisiéramos; por lo que es precisamente en esta área que debemos trabajar con la ayuda del Espíritu Santo.
El temperamento puede ser controlado por el Espíritu, siempre y cuando le demos la oportunidad de moldearnos y aprendamos a depender de Él; esto se logra con una vida en comunión con Dios, no basta asistir a la iglesia o hacer una oración al día, significa entrega y obediencia a la Palabra, pero:
¿Cómo podemos obedecer Su Palabra si no tomamos el tiempo necesario para leerla y estudiarla?
Por Cesia Serna.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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