Todos, en algún momento más que en otros, nos sentimos estropeados y necesitamos ser reparados por el Maestro.
Cuentan que Laura, que tenia cuatro años, a menudo usaba expresiones difíciles de entender. Por ejemplo, un día en el que estaba resentida contra su maestra del jardín de infantes, le dijo a su madre:
Después de haber resuelto la dificultad, la madre repitió el comentario a la maestra y esta le preguntó a Laura qué quería decir con la expresión: «tendrían que devolver a la tienda».
¿Alguna vez te sentiste así de estropeado o te diste cuenta que algo en ti cambió y necesitabas una reparación?
Ya sea por personas que nos lastimaron, por malas decisiones o simplemente por circunstancias de la vida, solemos sentirnos rotos e inservibles. Sin embargo, la buena noticia es que el daño no tiene por qué ser permanente, hay una solución.
En la Biblia se hace referencia a que nosotros somos como barro en las manos del alfarero, el Señor puede formarnos de nuevo;
Y a pesar de todo, oh Señor, eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú, el alfarero. Todos somos formados por tu mano.
Isaías 64:8 (NTV)
A pesar de cualquier circunstancia, Dios puede formarnos de nuevo, puede reparar nuestras vidas y sanar nuestro corazones sin importar cuán rotos estén.
Todos necesitamos volver al taller del Maestro porque es en el único lugar en el que, sin importar lo estropeados que estemos, saldremos mejor que antes.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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