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Volver a empezar

El libro de Hechos en el capítulo 14 nos cuenta uno de los viajes que hizo el apóstol Pablo junto a Bernabé a una ciudad llamada Listra. Allí sanaron un paralitico y todos creyeron que eran dos dioses que habían descendido a la tierra en forma de hombres; Júpiter y Mercurio.

El sacerdote del templo de Júpiter preparó un sacrificio para ambos, pero el apóstol comenzó a hablar diciendo que solo eran hombre, y que el verdadero poder venía del único Dios verdadero. Pero la gente no entendió y continúo con el sacrificio.

Entre todo ese escándalo, unos judíos hablaron con la muchedumbre para persuadirlos y fueron a apedrear a Pablo hasta dejarlo como muerto para luego arrastrarlo fuera de la ciudad.

El apóstol lo único que hizo fue llevar un mensaje de amor y paz a la gente, pero fue golpeado con el filo de piedras sobre su cuerpo. ¿Alguna vez te has sentido así?

Quizás una amistad que parecía duradera no salió como imaginabas, una empresa que parecía prometedora se desplomó repentinamente, tu matrimonio empezó con un amor profundo y ahora no es ni la sombra, una carrera en la universidad que te causaba emoción ahora resulta ser frustrante, un noviazgo que comenzó bien y luego se terminó causándote mucho dolor, un trabajo que en sus inicios te estimulaba a dar lo mejor pero nunca encontraste el reconocimiento que buscaba y eso te desilusionó, etc., etc.

Los ejemplos de cosas que el hombre hace con mucha pasión al principio y que poco a poco deja de hacer, por los golpes que recibe en el camino, pueden ser muchos. La verdad es que nadie puede evitar las  frustraciones. El gran apóstol Pablo lo supo en su visita a Listra.

Volviendo al relato bíblico, después de ese incidente ocurre algo inesperado, Hechos 14:20 dice: “Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad…” Versión Reina-Valera 1960

Pablo era un luchador y no se iba a rendir fácilmente, unas cuantas piedras no pueden detener que el evangelio se predique, un incidente en su camino no dejaría que él cumpla el sueño que Dios depositó en su corazón; ver a mucha gente recibiendo a Jesús como Señor y Salvador.

El apóstol podía tomar la decisión de no regresar a ese lugar porque allí lo habían dañado hasta dejarlo casi muerto, pero no fue así. Se ciñó nuevamente de valentía y regresó. Esta vez le fue diferente ya que no solo predicó, sino que también dejó a gente para que comenzara una iglesia y predicara el evangelio de salvación.

No te rindas. Intenta una vez más, lucha por tu familia, por tu matrimonio, por tu pasión, por tus sueños, por tu trabajo, por eso que te apasiona y por todo aquello que anhelas. Esta vez te puede ir diferente.

Isaías 41:10 “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Versión Reina-Valera 1960

¡No te rindas!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

CVCLAVOZ

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